miércoles, 23 de enero de 2013

¡Las fechas de caducidad! ¿Son la solución?

El ministro del ramo, ha abierto la caja de Pandora, acuciado por las estadísticas (163 kg/persona al año) y las tremendas imágenes de nuestros convecinos hurgando en los contenedores para encontrar que comer.

Pero lo primero al abordar un problema es definirlo. Pues de lo contrario podemos correr el riesgo de no solucionarlo o lo peor generar nuevos problemas. Y como me dijo una vez un buen jefe mío cuando empezaba en el mundo laboral, a ti Jesús, como técnico, se te paga por resolver los problemas, no por generar nuevos.

Para ello vamos a definir que entendemos por residuo alimentario y por desperdicio alimentario. Pues no es lo mismo y no son sinónimos. Residuo alimentario es el subproducto de la preparación y trasformación de los alimentos, también entrarían dentro de esta definición los alimentos que durante su manipulación (en su recogida, transporte, transformación, distribución y venta e incluso en la preparación en el hogar) han sido susceptibles de contaminación y que por lo tanto no son aptos para el consumo humano. Dentro de esta categoría lo que se entiende por subproductos tradicionalmente se empleaban en la alimentación animal, hoy en día debido a la “empresarización” de la ganadería y a la legislación que hay sobre ella, muchos de estos subproductos no son reutilizables. Y su destino es el vertedero, otra solución pudiera ser el compostaje. Pero muchas veces esta vía es más cara.

Mientras que por desperdicio alimentario podemos entender aquellos productos que han podido perder alguna de sus propiedades organolépticas o nutricionales pero que su consumo no entraña ningún riesgo para la salud. Aquí es importante distinguir entre fecha de consumo preferente y fecha de caducidad. Tampoco son sinónimos. La legislación europea determina que todo alimento debe llevar una de estas dos fechas. Su diferencia estriba en que un alimento que ha superado la fecha de consumo preferente es susceptible de ser consumido pero puede haber perdido alguna propiedad nutritiva o sufrir alguna alteración organoléptica bien de olor o sabor, disminuyendo o potenciándose. El superar la fecha de caducidad sí que implica que el alimento no sea comestible. Aunque actualmente debido a la mejora de los procesos y los controles de estos y a los sistemas de envasado, algunas de estas fechas son susceptibles de ser modificadas. Pero aquí hay dos posibilidades, hay alimentos cuya fechas viene definida por la legislación (caso del yogur, que ha abierto la polémica) y otros que son los fabricantes los que la pueden determinar. Naturalmente estos se cuidan muy mucho en que sus productos no sufran alteraciones al cumplimiento de la misma. Pues su imagen depende de ello, lo mismo que los fabricantes de coches no venden estos con las ruedas sin todos sus tornillos o sin un faro, porque entonces perderían clientes. Y ya sabemos que con las cosas de comer no se juega, y lo hemos vivido recientemente con las últimas crisis alimentarias, como la de los pepinos en Alemania, en donde por un error gubernamental el daño que se hizo a nuestro sector fue tremendo.

Además últimamente y debido a los cambios en nuestros hábitos los fabricantes suelen incluir instrucciones o recomendaciones de uso de los alimentos para que estos preserven sus características. Algo que las nuevas generaciones de consumidores desconocen, pues es anécdota verídica que un compañero de carrera me pregunto asustado que la había pasado a su planta de guisantes cuando se la había caído la flor y aparecido la vaina. No sabía que los guisantes estaban dentro de la misma.

Los que hemos visto a nuestras abuelas cocer hasta tres veces la leche y conocimos las fresqueras aprendimos de pequeños muchas normas de uso y conservación de los alimentos, que incluso en algunas religiones son precepto (normas Koser y Halal), pues ancestralmente habían llegado a la conclusión de la contaminación cruzada y del portador sano. Hoy en día hay muchos brotes de gastroenteritis que intuyo son producto de malas prácticas de manipulación de alimentos, y que se atribuyen a virus.

La tira de Oroz 31-01-2013

El hecho del derroche de alimentos es otro defecto de nuestra moderna sociedad pero para evitarlo a parte de cambiar la legislación que en algún caso puntual puede ser necesario, la correcta solución, en mi opinión, del problema pasa porque los productores no tiren los excedentes de la producción para manipular los precios, los fabricantes estudien quienes son sus clientes potenciales y adecuen los envases a las raciones necesarias y a sistemas de apertura y cierre y junto con la administración busquen posibilidades de uso de los subproductos algo que muchas industrias están ya estudiando.

Mas lo esencial es incidir sobre todo en la educación del consumidor. En su formación como manipulador de alimentos, y en las buenas prácticas a la hora de conservar los alimentos. En cumplir la regla FIFO lo primero que entra es lo primero que debe salir. La sociedad ha evolucionado y está evolucionando en usos y costumbres a la hora de comer. Ahora ya no somos cazadores ni recolectores, y la mayoría trabajamos, si tenemos esa suerte, en la industria y en los servicios: Nuestros hijos se sienten más atraídos por las pantallas que en como sus abuelas o sus padres y madres hacen la comida, y a veces estos por falta de tiempo recurren a productos semi preparados o totalmente elaborados. Muchos comen en los comedores del cole y luego pasan a los de las fábricas y por tanto se está perdiendo la transmisión generacional.


Recibido y gracias. No me olvido del que tengo pendiente.
LC

Ya te he leído, suscribo todo lo que dices.
JA





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