Los niños en su sencillez suelen
clavar las ideas y nos lanzan mensajes de gran calado. Una de sus expresiones
más comunes es: “Esto no es justo”. Y
suelen tener mucha razón. El mundo no es justo.
Es decir ellos simplifican y equiparan
JUSTICIA al término de ley natural, que es aquella ley fácilmente captada
por la razón de los individuos (como si ya viniera en todos los individuos por
naturaleza). Por tanto la ley natural está en el orden de la moral. Un ejemplo
de ley natural podría ser la idea que la mayoría de los individuos tenemos
sobre la preservación de la vida o el "no matarás".
Y
se olvidan de la ley positiva que es aquella derivada por las leyes o del orden
jurídico.
Mientras
que la ley natural es inmutable y eterna, la ley positiva es contingente y
diversa, pues las leyes cambian según el lugar, la época, etcétera.
En
definitiva la ley natural se corresponde con la moral y la ley positiva con lo jurídico.
Recientemente los ciudadanos hemos
asistido y estamos asistiendo a una serie de hechos “irregulares” en relación con
diversas posibles imputaciones o hechos susceptibles de investigación por
cobros varios, usando la fórmula de dietas, mal llamados sobresueldos o sobres
y dando la idea de que han sido ajenos a tramites tributarios. Hechos que
debido al momento coyuntural socio-económico hacen que nuestra susceptibilidad
esté al límite y los ánimos los tengamos encendidos.
La mayoría de los ciudadanos al igual
que los infantes confundimos la ley natural con la positiva entendemos que no
es justo, y es así, que se cobren dietas cuyo montante es elevado en función de
la responsabilidad que no ha sido asumida, dietas que mucha veces eran parte
inherente al cargo o función, por tanto el ciudadano de a pie no comprende que,
por poner un ejemplo gráfico, al albañil se le pague por ir a la obra y a la
vez por poner ladrillos. Y menos que además vaya dos y tres veces al día a la
obra. Y cobre el tope de asistencias anuales aún cuando estas no estén
debidamente justificadas o incluso en algunos casos presuntamente falseadas.
Entiendanme bien señores políticos de
todos los signos, no me opongo al cobro de dietas lo que me opongo es a que
estas sean elevadas y a que se me tome el pelo. Y cuando se descubre el hecho,
todos, todos ustedes quieran hacernos tragar con ruedas de molino que está todo
bien, y que con devolver el dinero, o decir que se va a estudiar y mejorar el
sistema de control y cobro se queden tan tranquilos y más si un juez da por
zanjado el asunto y aquí paz y después gloria. Y para colmo no se asuma por
ninguno de ustedes, tanto oposición como gobierno pues todos han estado en lo
que comúnmente llamamos “ajo”, las
responsabilidades morales.
Ustedes legalmente (ley positiva) no
han cometido ningún acto punible pero moralmente (ley natural) se han burlado
de la confianza de los electores y de los que no tienen derecho a elegir pero
que están sujetos, y se ven afectados por sus actuaciones y decisiones.
Los
ciudadanos parafraseando la frase utilizada durante la campaña electoral de 1992 de
Bill Clinton, es la economía, estúpido, debemos emplear a modo de recordatorio
como hizo James Carville, estratega de la campaña electoral, y ponernos en un
cartel para repetirnos: es la legalidad, estúpidos.
Por desgracia
ustedes, los políticos, son el poder legislativo y hay un conocido dicho de
nuestra lengua que dice: “Hecha la ley
hecha la trampa”.
A nosotros, los
ciudadanos y votantes, no nos queda nada más que esperar al próximo proceso
electoral, tener memoria histórica (para recordar lo que ustedes han hecho o
dejado de hacer), repito unos y otros, y votar con criterio, esperando que haya
donde elegir.
Y no olvidarnos de
este pensamiento de José Luis Cortés: “¿Cómo
saber ser un “administrador fiel y prudente”? Empezando por saber que
únicamente somos administradores.”
Quien tenga esto
presente será un buen administrador. De momento hemos de esperar y los tenemos
que buscar.
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