martes, 12 de abril de 2016

Sin noticias de Gurb



Tranquilos que no voy a realizar una crítica literaria, ni les voy hablar de esta novela de Eduardo Mendoza. Autor al cual recomiendo leer, personalmente me gustó más El misterio de la cripta embrujada y la última que ha escrito ha tenido una buena acogida. Pero el título de la misma nos vale para encabezar este artículo.

Hace apenas unos dos meses que una muy conocida multinacional que tiene una de sus fábricas en nuestra comunidad pedía una negociación ultra rápida a los trabajadores de la misma para optar, pujar, concursar, (no sé cuál es la palabra a emplear, desde luego opositar, ¡no!, pues en la empresa privada los contratos indefinidos ya no son lo que eran y mañana por circunstancias del mercado o porque no le caes bien a tus superiores te encuentras alargando la fila del paro), a la concesión de un nuevo producto o modelo.

Los representantes de los mismos hicieron lo que debían y presentaron la oferta enlos plazos acordados. La empresa se comprometía a contestar en un mes.

Apenas pasados unos días la dirección de la misma sorprendió de nuevo a la plantilla con otra negociación de un aumento de pedidos y con una nueva negociación, esta vez mega rapidísima por la premura, casi inmediatez, del cumplimiento de los mismos. Los trabajadores volvieron a cumplir, llegando a otro acuerdo. Aún a sabiendas de que otro año más les pueda pasar lo mismo que en el ejercicio anterior.

Y es que debido a las circunstancias del mercado, están repartiendo su trabajo (con quien lo necesita, pese a que las medallas de este hecho se las lleven la empresa y el gobierno de turno), el cual no tienen asegurado para este año y que al final del mismo y tras una producción que satisfaría su jornada anual, se encuentren con que pueden deber días a la empresa (el año pasado fueron dos) y además no reciban ni un euro por la paga de productividad por no cumplir los objetivos.

Lamentablemente ellos no pueden hacer nada más que realizar bien su trabajo, porque no poseen elementos o instrumentos para incidir en la consecución de ese objetivo, ya que no controlan los pedidos o producciones asignadas y tampoco el número de personas que se contratan, por lo que casi nunca alcanzan la productividad (unidades/persona por tiempo) esperada. Como diría Bill Clinton: Es la flexibilidad, estúpido!.

Ya se han cumplido los plazos y al igual que en la novela de Eduardo Mendoza no hay noticias de Gurb, perdón de Wolfsburgo. A excepción del partido de cuartos de la liga de campeones.

El tema es que los psicólogos y pedagogos nos aconsejan que a los niños no hay que engañarles, porque si no perdemos su confianza. Por otro lado en las modernas escuelas de negocio donde se forman a los líderes de nuestras empresas se les enseña lo mismo o parecido, pues en las llamadas grandes empresas se presume de mimar al mayor capital de las mismas que son sus trabajadores, eso es lo que dicen en sus políticas de calidad, y propaganda corporativa, por ello choca y llama la atención el silencio administrativo sobre este tema. Y más cuando se ha filtrado que el supuesto modelo parece que se va a producir en otro planta del grupo, aunque esto no implica o impide que se haga en las dos.

A lo que voy es que en términos de gestión y compromiso no parece muy coherente demandar y exigir esfuerzos a la parte contratada y luego que la parte contratante no termine de cumplir y rematar su parte. Porque esto redunda en una pérdida de confianza o por lo menos de respeto a lo que se diga de cara a futuros nuevos acuerdos. Mala jugada a la hora de iniciar futuras partidas o negociaciones.

Como mero espectador me llama la atención el uso de los medios que las empresas realizan, sirviendo las noticias antes que a los afectados y decretando silencio, sin comentarios o desviando el foco de la atención con una nueva comunicación corporativa de otra índole, cuando se espera o demanda una respuesta a un tema pendiente. Es el viejo juego de la política pero llevado al mundo de los negocios. Nada nuevo bajo el Sol. Pero siempre pierde el mismo, el pueblo, el trabajador, en definitiva el más débil, el pobre.

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