Se
le atribuye a Rudyard Kipling la frase de que seis hombres le habían ensañado
todo lo que sabía y son nombres eran Quién, Qué, Cuándo, Dónde Cómo y Por Qué?
Hoy en día, añadiríamos el Cuánto? Y así se completan las siete preguntas que a
todo gestor le enseñan para triunfar en el mundo que nos ha tocado vivir, tan
economicista.
Estos
días estamos tan preocupados en preguntarnos quién gobernará, qué reformas
debemos realizar, cómo las debemos de ejecutar, cuándo las haremos y cuánto nos
costarán o nos ahorrarán que nos olvidamos de la pregunta del millón ¿Por qué?
Que algunos suelen confundir con ¿para qué?
JavierOtazu nos habla del círculo
de oro de Simon Sinek que propone el siguiente orden de las preguntas ¿Por qué?
¿Cómo? ¿Qué? y quizá por eso aquel entrenador se preguntaba insistentemente
¿por qué?
Algunas
lectores me diréis porque toca, porque hay que adecuarnos a los tiempos, hay
que actualizarse, debemos implementar, mejorar el sistema. Pero insisto, como
cuando éramos niños ¿Por qué hay que hacer reformas al sistema?. Y la respuesta
es porque debemos corregir las goteras del sistema para que por ellas no se nos
cuelen los “vivos”, que son
muchos.
Estos días en nuestra ciudad han aparecido
136 nuevos sinvergüenzas, que empleaban tarjetas de sus difuntos para poder
aparcar gratis. Desgraciadamente mientras el castigo no sea ejemplar y
educativo nada cambiará. Seguro que muchos de estos “listillos” despotrican de
los bancos, de Mario Conde, Rodrigo Rato, Pedro Almodóvar, Imanol Arias, etcétera
y la corrupción de los partidos políticos, siempre los otros, según les dicte
su ideología, pero no ven su viga.
Los enemigos del sistema son muchos, desde los que buscan argucias y
abusan de él para beneficiarse, hasta los que no creen en él pero se aprovechan
de la benevolencia del mismo para lograr sus objetivos, ya sea implantar su
modelo de estado como por ejemplo la “sharia” ya sea para desligarse del actual
y hacer el suyo propio independiente, o para asustar y lograr una posición ventajosa
aunque sea como la del perro del hortelano que ni come ni deja comer como los
ingleses con el brexit.
Las
ideas volterianas están muy bien. Todos estamos de acuerdo en la frase de
Evelyn Beatrice Hall “Estoy en desacuerdo
con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.”
Es
loable y necesario que el sistema permita la expresión de todas las ideas; pero
una cosa es que defienda el derecho a la expresión y otra que deba aceptar esas
ideas por válidas y además que las tenga que hacer propias. Hay que prevenirnos
de caer en el “bambismo”. El poner la otra mejilla, no implica dejar que te la
partan.
Cada
día hay más casos de intentos de desmoronar el llamado estado de derecho, al
haber individuos o grupos de individuos que se empeñan en una relectura
particular y parcial del Contrato Social, desde personajes que apelan a presentarse
a cargo público cuando todavía no pueden, a otros que asumen iniciativas que se
exceden a sus funciones, y a troyanos que se nos cuelan por pecar de ingenuos,
el último de estos virus se llama Burkini.
Y
así estamos debatiendo que bonita imagen las de las jugadoras de vóley playa. Que
práctica es dicha vestimenta hay médicos que alaban sus uso para prevenir el
cáncer de piel. Pues nada volvamos a la moda de nuestros bisabuelos e imitemos
a los cuadros de Sorolla en nuestras incursiones playeras. Otros sólo
cuantifican los resultados económicos y lo ven como un nicho sin explorar del
mercado de la moda.
Y
así unos por otros les hacemos el caldo gordo a tipos como al que le dejamos
ser dueño de Córdoba TV. Seguro que si un occidental intenta tener un canal a
nuestro estilo cultural en Arabia Saudí ya habría sido azotado en público y
después deportado a su país de origen tras una hermosa estancia con todo
incluido en una de sus prisiones de la Mil y Una Noches pero al estilo “Expreso
de medianoche” y para redondear además nuestros ministros de asuntos exteriores
no moverían un dedo diciendo que se lo tiene bien merecido por provocador.
Siguiendo
con las preguntas los “cómos” son también muy importantes. Las formas y los
modales son las grandes desconocidas de nuestros políticos. De ahí que parece que
sólo gobiernan para los suyos y se les olvida que debieran hacerlo para todos.
Jorge
Wagensberg prefiere incidir más en los cómo, de ahí su interesante colección de
aforismos. Para muestra un botón. “Un
buen aforismo huye del dogma, necesita cierta dosis de humor y es idóneo para
iniciar una conversación”.
Por
ello y para acabar les dejo con una frase de mi amigo y compañero de estudios
Manuel Corroza, que nos debe ayudar a reflexionar: “Si la duda me corroe, la certeza me oxida.”
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