miércoles, 8 de marzo de 2017

La brecha salarial



Como viene siendo habitual, especialmente en estas fechas próximas al día de la mujer (trabajadora) 8 e marzo, – si lo pongo entre paréntesis es porque nunca me ha gustado esa coletilla, pienso que todas las mujeres son trabajadoras y más que los hombres -, nos bombardean con titulares hablando de la brecha salarial. Son varios los autores que han explicado que la forma en cómo se calcula dicha diferencia tiene sus defectos estadísticos. Y no voy a explicarlos ahora (comparación de salarios medios brutos anuales mezclando distintas categorías y tipos de jornadas), pero flaco favor hacemos a la causa de la igualdad, si sistemáticamente nos empecinamos en emplear mal las matemáticas para apoyar nuestras teorías, ya que peores conclusiones sacaremos y mayor será el error en las actuaciones a tomar.

Es cierto que hay una brecha salarial, pero también es cierto que en la mayoría de las empresas en los puestos sujetos a convenio esa diferencia salarial no es real, ya que a igual trabajo igual salario. En mis casi treinta años de vida laboral, he pasado por empresas  públicas y privadas, multinacionales, grandes y pequeñas empresas, de muy diferentes sectores (educación, administración, alimentación, maquinaria, metal-automóvil) en todas ellas mis compañeras y colaboradoras a igual puesto cobraban lo mismo que los hombres. Otro dato en mi entorno más próximo (familiar y amigos) son ellas las que ganan más que sus maridos o parejas. Y en los casos en que los hombres ganamos más, a lo largo de la vida en pareja han sido ellas las que en varios momentos eran el sueldo más alto del hogar. En esto la crisis económica ha tenido su culpa y ha provocado que se comience a ver, como algo habitual, a los hombres como verdaderos, y en bastantes casos a tiempo completo, amos de casa.

Por lo tanto conviene analizar bien las causas de la brecha salarial para solucionarla de lo contrario se perpetuará y no tendrá solución. Hace bastantes años se explicaba por la formación académica, los hombres iban a la universidad y las mujeres no. Eso hace mucho que se cambió. Luego vino el que unos estudiaban unas carreras y las otras, otras que no permitían alcanzar salarios tan altos. Pero eso también ha cambiado en las actuales promociones universitarias es habitual ver hoy en día más mujeres ingenieras, médicas, etc., que hombres, y además con mejores calificaciones. Pero sigue habiendo diferencias.

Gracias a que algunos empezaron a estudiar mejor los datos salariales, no hace mucho surgió el denominado techo de cristal para explicar estas diferencias. El techo está ahí, sigue existiendo, pero cada vez más resquebrajado. Hoy en día es habitual ver a mujeres en puestos de toma de decisiones, aunque también es cierto que queda mucho por avanzar sobre todo en puestos de alta dirección.

Para terminar de romper dicho techo tenemos que avanzar en la mal llamada conciliación familiar, pues debiera llamarse normalidad familiar y ver como normal que una persona (hombre o mujer), sin que sea comidilla del entorno laboral o discriminada en su carrera profesional, se coja el permiso laboral para llevar a la progenie al médico, salir a hablar con los profesores, etc. También en la faceta doméstica debemos profundizar en el reparto de las tareas del hogar, siendo visto como común que el hombre planche, ponga lavadoras o extreme. Pues todavía hay tareas del hogar que son asignadas en función de la entrepierna. Y ante el comentario de: “¡Ay que bien tú ayudas en casa!” ó ¡Qué bien a ti, mi chica,  te ayudan en casa!”. La respuesta debe ser: “Perdona ni ayudo, ni me ayudan, compartimos y nos repartimos las tareas y funciones de la casa”. En esto la última palabra la tenemos todos.

Pero hay otro punto a considerar y del que no se habla casi nada, y es el que hace un par de años la actriz mejor pagada desveló y es que había sido “mala negociadora”. En la actualidad los salarios de los puestos de responsabilidad (mediana y alta) son negociables individualmente. Y es aquí en donde se producen las diferencias entre hombres y mujeres.

Todos, más de una vez, hemos pensado y hasta verbalizado que hasta pagaríamos por hacer algo que nos gusta y es sabido que llegado a cierto nivel salarial una persona valora otras facetas. Es aquí donde la habilidad, la asertividad y el conocimiento de las técnicas de negociación suponen un plus. Y el saber hacerse valer es un as en la manga, además de conocer el mercado y los niveles salariales del sector en cuestión y del entorno geográfico.

A lo largo de mis muchas entrevistas de trabajo me he encontrado con reclutadores que preferían a un candidato bien porque habían descubierto esa debilidad en el gran interés por lograr el puesto o bien porque sabían que era el segundo sueldo del hogar, normalmente en el caso de las mujeres, y no iban a pelear en la negociación salarial a cara de perro, por tener cubiertas en gran medida las bases de la pirámide de motivación de Maslow.

Por ello hemos de educar, enseñar y formar a nuestras hijas e hijos en igualdad de condiciones, no sólo a nivel académico, sino también en las tareas del hogar y muy especialmente a saber negociar, inculcándoles el verdadero valor de las cosas.

Nota: Publicado en Navarra información el 13-03-2017.
Publicado en Diario de Navarra  el 08-03-2017.



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