Hace unos días mi amigo y
compañero de sección, Javier Otazu, reflexionaba sobre las diferencias entre lo
urgente y lo importante. Son términos fáciles de distinguir pero que muchas
personas confunden porque se dejan llevar por la espiral del día a día y la
inmediatez que nos atosiga.
En el caso de nuestros
políticos porque están más pendientes de las encuestas y barómetros que de
resolver los problemas que acucian y preocupan a los ciudadanos, como bien se sinceró
Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea: “sabemos qué hacer para salir de la crisis, pero no sabemos cómo salir
reelegidos si lo hacemos”. Podemos sustituir la palabra crisis por
cualquier problema importante que nos desasosiegue a los ciudadanos.
Si hay un problema que tarde
temprano, y cada vez más pronto, inquieta a los trabajadores es el de la
pensión de jubilación. Es uno de esos temas que suelen aparecer en los ríos de
la información cada cierto tiempo pero que nunca nadie lo pesca para meterle
mano porque la solución no es fácil, y hágase lo que se haga implicará pérdida
de votos. Por ello cuando se está en la oposición se dice que lo resolverán y
cuando se está en el gobierno se corre un tupido velo y si no queda más remedio
se parchea. Y así mientras nos acercamos inexorablemente al precipicio.
El debate de las pensiones
ha sido siempre una de las estrellas en campaña electoral. De manera que el
gobernante las subía cuando iba a convocar elecciones, para así comprar votas
de los estómagos agradecidos. Hasta que se firmó el famoso Pacto de Toledo. El
cual el innombrable señor de la ceja convirtió en papel mojado, al congelar por
primera vez desde el acuerdo las pensiones. Posteriormente el Don Tancredo que
ahora nos “gobierna” se jacta en decir que las pensiones están aseguradas. Malo
sea, el problema no es el aseguramiento de la pensión sino si la cantidad de la
misma va a ser digna y justa de acuerdo a lo cotizado y si a lo largo del
tiempo de la jubilación, el cual se ha aumentado debido al aumento de la
esperanza de vida, va a mantener o sostener el poder adquisitivo del
pensionista. Y es aquí donde está el nudo gordiano de las pensiones. Amén de la
falta de trabajo para que la caja aumente los ingresos, así como el bajo nivel
salarial que también influye en los mismos (un dato el salario medio en España,
según el Instituto Nacional de Estadística, disminuyó en 2016 por primera vez
en una década) y del descenso de la población con el consiguiente
envejecimiento e inversión de la pirámide.
Está claro que hay que
modificar las reglas de juego el problema es para los que ahora están en el
terreno de juego y en la prórroga, pues les están dando por todos los lados y
van a ser los pagafantas (por no emplear una expresión más dura y lupanar) sin
comerlo ni beberlo. Y buscando o creando problemas de otra índole no se va
arreglar este.
En este último año han sido
bastantes los artículos publicados acerca del % de la pensión respecto al
último salario en activo y su inevitable comparación con los de los países
europeos. Lo que por desgracia, en estos artículos claramente sin mala
intención (léase con ironía y hasta sarcasmo), se obviaba era la comparativa
salarial y el sistema de cotización de esos países sin olvidar su sistema
fiscal y la relación o proporción de los ingresos por cotizaciones e IVA. Y si
uno hace la cuenta de la vieja y aplica la regla de tres, que ahora en muchos
métodos modernos de aprendizaje de matemáticas está proscrita, a lo mejor
resulta que el 50% de mucho es bastante mayor que el 75% de poco. Pero …
Por otro lado es enojante
que la inactividad en resolver el asunto se combina con la propaganda de que
las personas en activo ahorren y/o inviertan en planes de pensiones y la guinda
a este desaguisado la pone nuestro cuatripartito foral con la nueva reforma
fiscal, penalizando el ahorro y suprimiendo las ventajas fiscales de los planes
de pensiones. Parece una broma de muy mal gusto. Les sangramos doblemente al
trabajar (contención salarial y subida de unos puntos en el IRPF), les avisamos
que sus pensiones van a bajar sustancialmente del 75 al 50% de su nómina y les
chupamos de sus ahorros y planes de pensiones. Además nos olvidamos de
favorecer la natalidad y a las familias numerosas les desanimamos por ello. Y
para ponerlo fácil a los jóvenes no les contratamos porque no tienen
experiencia y a los talludicos tampoco por tener demasiada y no sea que coticen
demasiado y halla que pagarles el 100% del 50% de su “!suculenta” nómina.
Vamos que parece que nos ha
invitado Juanma López Iturriaga a la gala de ¡Inocente, inocente! Menos mal que
estamos en Navidad y pronto llegaran los Reyes Magos y alguien tiene que ser el
tonto del haba para pagar el rosco.
Nota: Publicado el 29-12-2018 en Navarra Información y el 05-01-2018 en Diario de Navarra
Cuanta razón tienes Jesús.
PA
Muchas gracias por la referencia
JO
Para que te metes con las pensiones, dejanos!
MA
Muchas gracias por la referencia
JO
Muchas gracias por la referencia
JO
Para que te metes con las pensiones, dejanos!
MA
Muchas gracias por la referencia
JO
Enhorabuena por tu artículo en DN!!!
MJI
Esta vez me ha gustado. Debes escribir sencillo, así, para que te entienda la gente.
Además citas a Javier, muy bien.
M MA
Además citas a Javier, muy bien.
M MA
No hay comentarios:
Publicar un comentario