Dicen que el humor es sano y que reírse es bueno. Ciertas
celebraciones bien podrían ser motivo de hilaridad si la situación no fuera
trágica y tras las abrumadoras estadísticas no se ocultasen dramáticas
situaciones personales y familiares.
No deja de ser un despropósito que en este país
celebremos el día del trabajo, teniendo casi seis millones de parados con una
tasa del 25% de desempleo. Además y para rematar la faena recientemente leía el
siguiente titular “La solución para salir de la crisis es
la inversión pública” parece que tras seis años de crisis todavía no nos hemos
enterado de lo qué ha pasado, porqué ha pasado y que esta solución es inviable
en la actualidad, en estos momentos, porque el estado no tiene dinero para
invertir porque ni siquiera lo tiene para pagar la deuda acumulada.
Nuestros líderes políticos,
sindicales y empresariales no dejan de hablar de innovación y emprendimiento,
pero no hemos avanzado mucho, porque el enfoque sigue siendo viejo.
Recientemente leía en el blog de una amiga que cuando uno se atasca con un
problema lo mejor es alejarse un poco de él y buscar otras perspectivas para
enfocarlo de nuevo y encararlo.
Está claro que hay que generar empleo
pero no pueden ser solo empleos en servicios si no hay quien acuda a ellos o
empleos del tipo especulativo-financiero que como ya hemos comprobado estos no
se expanden infinitamente como el universo, los empleos deben ser productivos.
Pero a la vez cada vez queremos más competitividad la mayoría de las veces
basada en la productividad únicamente, con lo cual hay más máquinas que
producen más y mejor que las personas, lo que redundada en menos puestos de
trabajo a la vez que hay más personas que lo buscan. Un círculo vicioso que
hemos de romper.
Emprender puede ser una da las vías
pero EMPRENDER con mayúsculas no el autoempleo, fruto de la necesidad y la
desesperación, y para el cual todavía hay que superar una carrera de obstáculos
legales a pesar de oírse hablar de la ventanilla única que nadie sabe dónde
coño está.
La otra el pensamiento innovador y
lateral. Los empresarios arriesgan su dinero para ganar más, pero ese más debe
ser justo. No puede ser que con la crisis los ricos sean más ricos, que cada
vez haya más pobres en cantidad y en niveles de pobreza que alcanzan la miseria,
y estén desapareciendo las clases medias que son las que verdaderamente
sustentan el sistema. Algo por otro lado muy peligroso social e históricamente.
Un hecho curioso que se está dando es el fenómeno de los llamados “trabajadores
pobres”, es decir personas con trabajo pero cuyo sueldo no les permite vivir.
Tanto trabajadores como empresarios
como administración deben buscar nuevas soluciones, de reparto de trabajo y
jornada laboral. Si nuestro abuelos llegaron a la regla delos tres tercios,
visto el panorama quizás debamos inventarnos la regla de los cuartos, con
jornadas laborales de seis horas, con otras seis para cuidados de mayores y
niños, seis de tiempo libre y seis de dormir (pudiendo dormir más restándolo
del tiempo libre). Para ello es necesario un salario digno que permita con seis
horas vivir, algo que ahora en España para mucha gente es imposible, incluso
metiendo “horas extras” con lo inaceptable del tema y los parados que hay.
Hablamos mucho de regeneración
democrática pero los sindicatos también precisan de una gran reconversión. Para
empezar han de ser independientes y eso implica para algunos (no quiero citar
siglas) abandonar la “teta” de las subvenciones y la participación en consejos
de administración o patronatos de fundaciones de dudosa eficacia, otros han de
desligarse de sumisiones a ideales políticos (algunos de dudosa
constitucionalidad) pues para eso están los partidos, y otros han de renovar
sus métodos de negociación pues se apoyan en ideas decimonónicas en donde el empresario
era el famoso Mr Scrooge de “Un
Cuento de Navidad” de Charles Dickens, aunque
puede que quede alguno así. Y desde luego todos deben defender a los
“potenciales” trabajadores, no únicamente a los trabajadores en activo y menos
exclusivamente a sus afiliados. Y limpiar sus organizaciones de personajes de
dudosa ejemplaridad que abusan de su posición para malversar, prevaricar y
cometer cohecho y extorsión. También debieran limitar los mandatos de sus
“liberados”, no puede ser que los alarguen, en algunos casos en decenios, hasta
alcanzar la jubilación. Convirtiéndose en auténticos ejecutivos o como se dice
ahora CEO (Chief Executive Officer)
de organizar manifestaciones, dar ruedas de prensa, acaparar portadas y con las
mismas prerrogativas salariales que estos a los que tanto critican.
Queda mucho por hacer antes de
celebrar algo.
Nota: Es la segunda parte del artículo "Pero que celebramos".
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